
Owen Cooper lleva el peso de 'Adolescencia' (Netflix).
Qué lecturas deja 'Adolescencia', la cruda miniserie de Netflix que refleja la deshumanización (y el odio) de las redes sociales
Esta ficción británica de cuatro episodios grabados en plano secuencia está triunfando en la plataforma de streaming.
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Pocas series son capaces de poner al público frente a la cruda realidad. Adolescencia lo hace de un sopapo. O, más bien de cuatro, porque los cuatro episodios que conforman esta miniserie británica que está triunfando en Netflix, como ocurriera tiempo atrás con El juego del calamar o Mi reno de peluche, están grabados en cuatro planos secuencia. Es decir, todo está grabado en un plano único, sin cortes.
Adolescencia narra el drama que vive una familia cuando uno de los hijos es acusado de asesinato. Sin previo aviso, la cámara sigue la impactante detención de un muchacho --interpretado de forma excepcional por Owen Cooper--, su traslado a la comisaría o el interrogatorio de los agentes de policía ante el dolor (y las dudas) de sus padres que confían en que su hijo es inocente y que todo se trata de un error.
La serie no es un thriller ni mucho menos. De hecho, pronto se resuelve el asunto. Enseguida nos percatamos que lo que Adolescencia quiere contarnos va más allá de la simple trama. Y de ahí que el empleo de este recurso cinematográfico visto de forma puntual en otros títulos no es baladí, pues el objetivo es profundizar en el mundo interior de los personajes.
Los episodios de Adolescencia remueven conciencias y dejan varias lecturas que la convierten en una serie de obligado visionado en institutos. La ficción dirigida por Philip Barantini y escrita por Jack Thorne y el actor Stephen Graham --es quien da vida al padre--muestra cómo las redes sociales son capaces de llevar al ser humano a los extremos, a esa polarización y radicalización que en el caso de Jamie Miller acaba de forma fatal.
Lo que le ocurre a este chaval refleja los problemas de autoestima y la búsqueda constante de aprobación social que fomentan las redes, más allá de la necesidad de pertenecer a un grupo y el miedo a quedarse fuera de él. Y es que, como queda patente en el tercer capítulo, las redes son generadoras de odio.
Tráiler oficial 'Adolescencia'
Adolescencia plasma la desconexión que existe entre los padres y los hijos, que viven atrapados en una realidad donde mandan los algoritmos y donde surgen submundos --como el de los incel-- que muchas veces tienen un mayor impacto en sus vidas.
Además, es habitual que se suela dar importancia al rendimiento académico y, cuando todo marcha bien, los progenitores depositan una mayor autonomía en los hijos, obviando lo que sucede cuando cierran la puerta de su dormitorio y estos abren la ventana al ecosistema digital.

'Adolescencia' (Netflix).
El bullying en el entorno escolar es otro de los asuntos que aborda la ficción. Se trata de un problema que muchas veces se pasa de puntillas y que con el auge de las redes ha mutado llevando el acoso fuera del aula.
En el segundo episodio, en el que los agentes acuden al instituto para encontrar respuesta, se ve el síndrome de burnout que afecta al profesorado de secundaria. En la serie, los maestros están totalmente quemados y no son para nada un referente para los alumnos porque apenas sienten que conectan con ellos.
Por último, el cuarto capítulo muestra un carrusel de emociones que van desde el dolor, la desesperación, el amor incondicional y la culpabilidad que sienten unos padres --son de una generación de escasas habilidades sociales-- de haber criado a un hijo asesino. Pero la vida, al final, consiste en aceptar la situación, sobrevivir y adaptarse a una nueva normalidad.